Modesta y recogida, María recorre los silenciosos atrios del Templo, sube las escaleras que conducen a las tribunas, y una vez allí, adora al Altísimo. Tenía necesidad de Dios, tiene hambre y sed de verle, de conversar con Él. Su oración era el deseo, la ocupación de su corazón; la contemplación y la adoración, su vida.
Este mes de Aniversario lo iniciamos dando gracias a nuestra madre, comenzando con la novena que se inicia el 4 de octubre.